El proyecto duplicará la capacidad actual disponible para ese propósito
La promesa de Donald Trump de deportaciones masivas sigue generando controversia, mientras su designado "zar de la frontera", Tom Homan, detalla un plan ambicioso y costoso que requiere un mínimo de 100 mil camas para detener a inmigrantes indocumentados, más del doble de la capacidad actual del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE).
En una entrevista para CNN, Tom Homan reveló que las deportaciones a gran escala prometidas por Trump dependerán del respaldo del Congreso para financiar la ampliación de las instalaciones de detención.
"Todo depende del financiamiento que obtengamos", enfatizó, subrayando que el plan incluye apoyo logístico del Ejército.
Homan detalló que los militares no participarán en arrestos, pero actuarán como "un multiplicador de fuerza" en tareas de apoyo. Este enfoque busca optimizar recursos mientras ICE prioriza la captura de criminales, pandilleros y fugitivos.
También sugirió que las detenciones iniciales se concentrarán en ciudades santuario, donde el cumplimiento de las leyes federales migratorias ha sido un punto de tensión.
Las organizaciones defensoras de los derechos de los migrantes han alzado la voz contra estas políticas. Temen que la implementación de un sistema de detenciones masivas incremente la vulnerabilidad de comunidades enteras y fomente un ambiente de hostilidad generalizada.
Expertos también han advertido sobre los posibles efectos secundarios de estas políticas, incluyendo una sobrecarga del sistema judicial y la saturación de los centros de detención.
Según algunos informes, las condiciones en estas instalaciones ya han sido calificadas como "inhumanas", con hacinamiento, falta de acceso a servicios básicos y denuncias de abusos.
Aún así, Homan insistió: "Queremos arrestar a tantas personas como podamos que estén en el país ilegalmente". Sin embargo, no especificó un número concreto de deportaciones para los próximos cuatro años de gobierno republicano.
Mientras la Casa Blanca prepara el escenario para una nueva fase de políticas migratorias, el debate sigue encendido. La tensión entre seguridad nacional y derechos humanos se intensifica, dejando a Estados Unidos en un punto crítico que determinará su rumbo en los próximos años.
Los opositores a estas medidas argumentan que el enfoque prioritario en detenciones y deportaciones masivas no aborda las causas estructurales de la migración, como la violencia y la pobreza en los países de origen.
También han cuestionado el impacto económico, señalando que la implementación del plan podría costar miles de millones de dólares, una carga significativa para los contribuyentes.
El plan de 100 mil camas no solo reta la infraestructura, sino también los valores fundamentales de la nación.
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