Esas eventualidades siguen teniendo como características comunes los altos niveles de pobreza e inseguridad ciudadana.
Los últimos años, muchos niños han fallecido en el país a causa de incendios ocurridos en hogares ocupados por familias muy pobres. Son viviendas construidas con madera, cartones, bloques y techadas de zinc.
Esas eventualidades siguen teniendo como características comunes los altos niveles de pobreza e inseguridad ciudadana.
Citemos dos hechos conmovedores:
El 14 de diciembre, en horas nocturnas, tres menores de edad perecieron calcinados en una vivienda ubicada en la comunidad Los Toros, del municipio de Cambita Garabitos, provincia de San Cristóbal.
Murieron dos varones y una hembra, con edades de nueve meses, dos y cuatro años. La hembra era la más pequeña.
Cinco días después, dos niños perdieron la vida en un fuego que inició en una vivienda y se extendió a otras, en gran medida ocupadas por familias de haitianos, en el sector Valle Verde, Santiago.
De acuerdo con la información que se manejó, las víctimas fueron un bebé de seis meses de nacido y otro niño de tres años de edad.
Son hechos horribles, reincidentes, que se producen justo cuando los padres de los menores están ausentes de la casa. En la generalidad de los casos, las madres los encierran con llaves para ir al colmado o hacer otras diligencias. Muchas veces quedan durmiendo.
Las causas de los siniestros se atribuyen a velas encendidas y a la explosión de cilindros de gas propano.
Por igual, se han dado situaciones similares, calificadas de intencionales, de hogares quemados por padres haitianos resentidos, tras sus parejas negarse a una reconciliación.
Cabe señalar que en cada uno de esos sucesos se evidencia la ausencia absoluta de seguridad para los tutores de las víctimas, que viven en hogares inapropiados y en condiciones inhumanas, sin comida, agua potable, luz eléctrica, sanitarios ni mobiliarios.
Busqué en los archivos periodísticos algunas estadísticas sobre la cifra de menores fallecidos los últimos tres años en incendios de viviendas. La tarea no tuvo éxito.
En el 2022, la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) anunció la investigación de “Muertes accidentales y violentas en la República Dominicana”, pero no incluye las tragedias infantiles provocadas por los incendios.
En el documento se ofrece una caracterización, a través de cuadros y gráficos, de las muertes por homicidio, suicidio, ahogamiento, electrocución, muerte de mujeres en condiciones de violencia y fallecimientos de ciudadanos en accidentes de tránsito terrestre.
Se trata del perfil socio demográfico de los individuos que perecen en estos eventos. Su contenido aporta informaciones de capital importancia para las instituciones que diseñan políticas de prevención de esos fatales desenlaces.
Constituye un documento de gran utilidad para los tomadores de decisiones y para quienes tienen en sus manos el diseño de políticas públicas encaminadas a reducir este tipo de sucesos, que están vinculados al contexto social.
Hay que aplicar políticas sociales urgentes de seguridad para evitar esas desgracias. Se impone la ubicación de las familias muy pobres en hogares donde existan las condiciones básicas para sobrevivir con dignidad.
También, hay que sancionar a las madres negligentes que, en ocasiones, dejan encerrados a los niños, durmiendo con velas encendidas, desprotegidos, para irse a festejar o realizar otras diligencias. Pongámosles fin a esas tragedias infantiles.