El flujo invisible que conecta las cuencas hidrográficas continentales
Investigadores de Princeton y Arizona han trazado un mapa revolucionario que muestra cómo el agua subterránea recorre cientos de kilómetros antes de emerger en arroyos y ríos. Este hallazgo desafía creencias previas, revelando que más del 50% del caudal en ríos proviene de acuíferos profundos que antes se consideraban desconectados.
La simulación, publicada en Nature Water, ofrece una visión de alta resolución de cómo el agua viaja por 3 millones de millas cuadradas en Norteamérica. Proceso que se puede repetir en otros continentes.
Desde la lluvia hasta el derretimiento de la nieve, el agua puede pasar entre 10 y 100.000 años bajo tierra, emergiendo a veces a 160 kilómetros de su origen.
Implicaciones del cambio climático y la contaminación persistente
El modelo demuestra que la contaminación subterránea es mucho más duradera y difícil de controlar de lo que se pensaba.
Según Reed Maxwell, líder del estudio, "los contaminantes como nitratos y PFAS pueden viajar grandes distancias y permanecer activos durante siglos, complicando la limpieza y gestión de recursos hídricos".
Con las aguas subterráneas agotándose a un ritmo alarmante, esta investigación proporciona herramientas críticas para monitorear su flujo, prever el impacto del cambio climático y rastrear los efectos de actividades humanas como la extracción de petróleo y gas.
El rol esencial del agua subterránea en la agricultura global
Las aguas subterráneas representan el 99% del agua dulce no congelada del planeta y riegan el 60% de la agricultura mundial.
Sin embargo, el agotamiento del líquido pone en peligro tanto la seguridad alimentaria como el acceso al agua potable, que depende en gran parte de estos recursos.
El estudio también destacó cómo los acuíferos profundos, ubicados entre 10 y 100 metros bajo la superficie, alimentan más de la mitad del caudal en el 56% de las subcuencas.
Asimismo, las conexiones más profundas se encuentran en áreas de alto gradiente, como las Montañas Rocosas y los Apalaches, demostrando la complejidad y vulnerabilidad de estos sistemas.
Este mapa radical de las aguas subterráneas redefine cómo entendemos y gestionamos el recurso más vital del planeta.