Expertos explican cómo abordar el aislamiento tras las fiestas para que no se perpetúe en el tiempo
Las festividades navideñas, con sus luces y cantos, aparentan ser un bálsamo de unión. Sin embargo, para muchos, esconden un trasfondo de soledad no deseada, amplificando una desconexión emocional que persiste más allá de los días de celebración. Daniel Rueda y Zenaida Aguilar experto de la UOC abordan el tema en un artículo enviado por la universidad a DiariodigitalRD.
Daniel Rueda inicia indicando que la compañía temporal no garantiza mitigar este vacío; al contrario, puede acentuar el aislamiento al concluir la efímera temporada de "alegría".
La Navidad no siempre trae reconciliaciones ni alivio emocional, analiza Rueda. En una sociedad donde las interacciones reales se han visto reemplazadas por dinámicas virtuales y relaciones superficiales, el fenómeno de la soledad sigue creciendo, afectando tanto a jóvenes como a adultos mayores.
El costo emocional del individualismo en una sociedad desconectada
El artículo recuerda un informe "Barómetro de la soledad no deseada en España 2024″ que alerta que una de cada cinco personas sufre esta desconexión emocional.
Lo cierto es que algo parecido se produce en muchos países latinoamericanos como es el caso de República Dominicana.
El problema no discrimina edades ni circunstancias: jóvenes sumidos en redes sociales, matrimonios distanciados emocionalmente y adultos mayores relegados al olvido enfrentan consecuencias devastadoras para su salud mental.
"El ruido constante y la velocidad de cambio en nuestra sociedad dificultan la empatía", señala Zenaida Aguilar y añade que este aislamiento emocional puede derivar en estrés, depresión y hasta tentativas de suicidio, afectando no solo la estabilidad mental sino también la salud física de quienes lo padecen.
Cómo construir una sociedad más interdependiente y empática
El modelo actual de vida urbana, orientado hacia la autonomía y la privacidad, refuerza barreras invisibles que nos separan. Para contrarrestar este fenómeno, Daniel Rueda subraya la importancia de fomentar relaciones empáticas y transversales entre generaciones, en lugar de perpetuar dinámicas de exclusión y desconocimiento.
Apostar por una comunidad más interdependiente requiere actuar desde las bases: profesionales como los trabajadores sociales sanitarios son esenciales para diseñar soluciones personalizadas que reconecten a quienes han perdido la capacidad de vincularse.
Además, es tarea de todos integrar valores como la solidaridad y el respeto mutuo en el día a día, haciendo de cada momento una pequeña "Navidad".
La soledad no deseada: un desafío colectivo pendiente
El problema de la soledad no deseada no es exclusivo de quienes carecen de compañía física. Para muchas personas, estar rodeadas de otros no garantiza un sentimiento de pertenencia o conexión genuina.
Este fenómeno, según los expertos, tiene raíces profundas en las estructuras sociales actuales, donde el individualismo y la desconexión emocional han ganado terreno sobre las relaciones auténticas.
Zenaida Aguilar enfatiza que la soledad puede ser el resultado de vivencias acumuladas, incluso desde la infancia. "No se trata solo de un momento presente, sino de una emoción que refleja nuestra historia personal y social", explica.
Añade que este impacto prolongado hace que los efectos de la soledad se manifiesten de formas complejas: desde retraimiento social hasta demandas excesivas de atención que terminan alejando aún más a las personas cercanas.
Un modelo social que prioriza las relaciones humanas
Abordar la soledad no deseada no puede limitarse a estrategias individuales; requiere un replanteamiento colectivo de cómo nos relacionamos. Daniel Rueda cuestiona el énfasis en valores como la privacidad y la autonomía absoluta, que, aunque importantes, han debilitado la proximidad y la solidaridad en nuestras comunidades.
La solución no solo está en reconocer el problema, sino en actuar desde diferentes frentes:
- Fomentar redes de apoyo social que trasciendan la edad, el género y el contexto socioeconómico.
- Reconstruir espacios de interacción real, especialmente en entornos urbanos, donde el ritmo acelerado y las prioridades individuales han erosionado las conexiones humanas.
- Promover la educación emocional desde edades tempranas, ayudando a las personas a entender y gestionar sus sentimientos de aislamiento antes de que se conviertan en una carga insostenible.
Una reflexión: vivir la navidad todos los días
La Navidad, con su simbolismo de unión y amor, no debería ser un evento aislado del calendario. Su esencia puede ser una guía para enfrentar los desafíos de la soledad en cualquier momento del año.
Sin embargo, para que lo señalado sea posible, es necesario un compromiso colectivo que priorice las relaciones humanas sobre las dinámicas individualistas.
"Vivir con paz, felicidad y empatía no es una utopía, sino una meta alcanzable si como sociedad apostamos por ello", concluye Rueda. Así, transformar la soledad no deseada en conexión real y duradera podría ser el regalo más valioso que nos brindemos como humanidad.
Las fiestas no son una solución mágica para la soledad, pero pueden ser el punto de partida para reflexionar sobre nuestras conexiones. Transformar el espíritu navideño en una práctica diaria no solo es un ideal, sino una necesidad para enfrentar este creciente desafío social.