Su plan debería de recibir un masivo respaldo de los contribuyentes que cargamos con el pesado lastre de los subsidios.
En la República Dominicana se ha arraigado la cultura de no pagar la energía eléctrica, en algunos casos bajo la sombrilla de “vulnerables” que se valen del “padrefamilismo” para consumir este recurso sin asumir sus obligaciones.
Los PDF (padres de familia) son subsidiados por el Estado a través de diversos mecanismos de asistencialismo que generan compromisos que debemos suplir los tontos útiles que no podemos consumir la electricidad pública sin pagarla.
Hay otros que utilizan el servicio sin pagarlo, no porque carezcan de recursos, sino porque tienen una vocación tramposa y no les causa rubor que un día se le aparezca una brigada y los deje sin energía.
En lo que concierne a los que alegan ser vulnerables y deben ser subsidiados, toca la casualidad de que en sus viviendas cuentan con una variada gama de enseres eléctricos—acondicionadores de aire, equipos de música, televisores 4K, etc.—de los cuales pueden carecer personas aún aferradas a ser clase media. Con la particularidad de que estos equipos suelen mantenerse en funcionamiento largas horas al día, bajo el razonamiento de que “con lo que poco cuesta, hagamos fiesta”.
Sin embargo, hay algo peor: los mismos que alegan falta de recursos para pagar la energía, tienen servicio telefónico que nadie les subsidia y cumplen de manera puntual, ya que en caso contrario las prestadoras se lo suspenden con penalidad incluida.
También compran recurrentes recargas telefónicas, y, además, son jugadores cotidianos de una o más de las variopintas loterías que operan en la República Dominicana, y cuyas jugadas ni se fían ni se roban.
Es decir, que los subsidiados eléctricos solo son vulnerables para recibir el auxilio del Estado para acceder a un servicio cuya virtualidad empresarial, aparentemente, duele a muy pocos.
En tal virtud, cuando escuché los planes de don Celso Marranzini en el sentido de que se implementará una modalidad de cortes focalizados, entendí que una medida como esta debió ser ejecutada hace años, no solo para resolver el problema del hueco financiero que tienen las distribuidoras de electricidad en sus operaciones, sino para acabar con la cultura de consumirla y no pagarla.
Don Celso tiene razón. Su plan debería de recibir un masivo respaldo de los contribuyentes que cargamos con el pesado lastre de los subsidios a unos y los robos de otros.