Uno de los problemas más graves de esta obra es el diseño de los retornos.
Por Jeffrey Infante
Siempre he creído en la planificación urbana inteligente, en soluciones que realmente mejoren la calidad de vida de la gente. Es por esto que cuando veo lo que han hecho con la Entrada a Santiago, que conecta la autopista Duarte con el centro de la ciudad corazón, no puedo evitar preguntarme: ¿qué tan bien se pensó esta obra?
En lugar de solucionar problemas de movilidad, ha generado nuevos y crecientes inconvenientes, poniendo en riesgo la seguridad de los ciudadanos y trasladando el caos vehicular hacia el interior de la ciudad.
No era necesario ampliar, solo organizar
Desde un principio, sostuve que ampliar la Entrada de Santiago no era la mejor solución. Lo que había que hacer era cerrar los cruces ilegales y construir distribuidores estratégicos. Con estas medidas simples, se habría garantizado un flujo vehicular más eficiente sin necesidad de una inversión tan costosa.
En lugar de esto se optó por ensanchar la vía, lo que ha tenido efectos negativos: mayor velocidad en una zona que debería ser de desaceleración; aumento del tráfico dentro de la ciudad en lugar de distribuirlo mejor; y más accidentes, muchos fatales.
Y lo peor es que ahora se habla de seguir ampliando la autopista desde el HOMS hasta la avenida Rafael Vidal, cuando lo que realmente se necesita es una vía alterna que ayude a descongestionar esta última para evitar saturarla más.
Retornos peligrosos y un aumento en los accidentes
Uno de los problemas más graves de esta obra es el diseño de los retornos. No hace falta ser ingeniero para darse cuenta de que son un peligro inminente. Han provocado numerososaccidentes, algunos con saldo mortal, y eso es algo que no podemos normalizar.
Las razones son evidentes: están ubicados en zonas de alta velocidad, lo que hace que los giros sean riesgosos; no tienen el radio de giro adecuado, lo que obliga a maniobras brusca; la visibilidad es deficiente, aumentando la posibilidad de colisiones; y no hay suficiente señalización ni advertencias claras para los conductores.
Este tipo de errores de diseño cuestan vidas. ¿Quién responde por eso?
Drenajes deficientes y deterioro prematuro
Otro gran fallo es el sistema de drenaje. Basta con una lluvia fuerte para ver cómo el agua se acumula en la vía, creando baches peligrosos que ponen en riesgo a los conductores. Además, este problema contribuye al deterioro acelerado del asfalto, lo que significa más gasto en mantenimiento y reparaciones a una obra cuyo costo se ha dicho es un costo superior a los 1,108 millones de pesos.
Es inaceptable que, con toda la inversión que se hizo, no se haya previsto algo tan básico como un drenaje eficiente. ¿Acaso no se estudió el terreno antes de ejecutar la obra?
Improvisación y sobrecostos injustificados
Desde que empezó la construcción, vimos cómo se hacían y deshacían cosas sin explicación aparente. Se fresó y se volvió a asfaltar varias veces, lo que generó un aumento en los costos sin que se nos explicara el motivo. Lo mismo ocurrió con las aceras, que fueron demolidas y reconstruidas sin una razón clara.
Estos errores reflejan una falta de planificación y supervisión alarmante. No podemos permitir que el dinero público se maneje con tanta improvisación. ¿Cuánto nos costó realmente esta obra? ¿Cuánto más nos costará corregir sus fallas?
Un problema que ahora afecta a toda la ciudad
Lo que más me preocupa es que esta obra, en lugar de ayudar a organizar el tránsito, ha trasladado el problema de la velocidad de la autopista al interior de Santiago.
Cuando uno entra a una ciudad, lo normal es que haya un proceso de desaceleración, con semáforos, cruces bien definidos y límites de velocidad adecuados. Pero lo que han hecho aquí es todo lo contrario: la autopista ahora parece extenderse hasta dentro de la ciudad, lo que genera un tránsito más caótico y peligroso.
Y en lugar de corregir esto, ahora quieren seguir ampliando la autopista sin previsión de los males que han causado. Yo pregunto: ¿realmente creen que ensanchar más vías dentro de la ciudad es la solución?
Lo que se necesita no es más expansión descontrolada, sino planificación estratégica.
¿Qué se debería hacer?
En lugar de seguir con estas improvisaciones, propongo soluciones concretas:
Primero: Corregir los retornos inseguros para evitar más accidentes y muertes.
Segundo: Mejorar el drenaje de la vía para eliminar el problema de acumulación de agua.
Tercero: Implementar medidas de reducción de velocidad al entrar a la ciudad, como mejor señalización y controles de tráfico.
Cuarto: Diseñar una vía alterna a la avenida Rafael Vidal, en lugar de seguir ampliando la autopista dentro de la ciudad.
Propongo la creación del Parque Lineal Pontezuela como una vía alterna a la avenida Rafael Vidal, conectando la ciudad de norte a sur mediante el encajonamiento de la cañada de Pontezuela. Esta infraestructura combinaríacarriles para vehículos con áreas verdes y espacios recreativos, aliviando el tráfico, mejorando la movilidad y embelleciendo el entorno.
Además de contribuir al saneamiento ambiental, reduciría el riesgo de inundaciones facilitando la conectividad de la ciudad con barrios, sectores y urbanizaciones entre la Circunvalación Norte y la Circunvalación Sur de Santiago.
Su viabilidad dependerá de estudios técnicos y planificación urbana, pero con una ejecución eficiente, será un modelo de desarrollo sostenible para la ciudad.
Quinto: Exigir transparencia sobre el costo real de la obra y responsabilidad por sus fallos.
La entrada a Santiago no debió hacerse de esta manera. Con una mejor planificación, se pudo haber logrado una solución eficiente y segura para todos. Pero lo que tenemos hoy es una vía que no solo no resolvió los problemas de movilidad, sino que creó otros nuevos.
No podemos seguir permitiendo que se tomen decisiones de esta magnitud sin un análisis serio de sus consecuencias. Es momento de exigir soluciones reales, porque al final, somos los ciudadanos quienes pagamos el precio de estos errores.