Un monólogo intenso que desafía los estándares de belleza y la exclusión social.
Santo Domingo, febrero de 2025 – Con una interpretación magistral y conmovedora, Sabrina Gómez debutó con su primer monólogo en "La Monstrua: Lamentaciones de la Mujer Barbuda", una obra dirigida por Carlos Espinal que fusiona el humor negro y la poesía ácida para exponer la crueldad de las estructuras sociales. La pieza, que ha conquistado a la crítica y al público, se estará presentando hasta el domingo 23 de febrero en la Sala Ravelo del Teatro Nacional.
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Inspirada en la vida de Julia Pastrana, una mujer barbuda exhibida en circos del siglo XIX, la obra lleva al espectador por un viaje de dolor, lucha y resiliencia. Gómez, con una entrega absoluta, da voz a una mujer que enfrentó el rechazo y la burla, mostrando su anhelo de ser reconocida por su talento y su derecho a la maternidad.
El montaje, que entrelaza el monólogo de Segismundo de "La vida es sueño" y la intensidad de Lady Macbeth en "Macbeth", combina la teatralidad clásica con una exhaustiva investigación sobre los fenómenos circenses y las mujeres barbudas. Con la dirección de Espinal y la producción de Marcos Malespín, la obra es una reflexión profunda sobre la belleza impuesta y la exclusión social.
Desde el más allá, la protagonista revive sus tormentos, atrapada entre los recuerdos de su verdugo, interpretado por Miguel Lendor (Papachín). A través de diálogos punzantes y un montaje visualmente impactante, la obra interpela al público y lo lleva a cuestionar quiénes son los verdaderos monstruos: ¿aquellos exhibidos por su diferencia o quienes los observan sin cuestionar?
La música original de Dante Cucurullo acompaña cada escena con una atmósfera envolvente que intensifica la carga emocional del relato. La puesta en escena no solo resalta la calidad artística del teatro dominicano, sino que también invita a una introspección sobre los estereotipos y el impacto de la discriminación.
Según Carlos Espinal, "La Monstrua" no es solo un espectáculo teatral, sino un espejo que refleja las injusticias de una sociedad que sigue marginando a quienes no encajan en sus estándares. Con una actuación potente y emotiva, Sabrina Gómez deja una huella imborrable en el teatro dominicano, demostrando que el arte puede ser un vehículo poderoso para la reflexión y el cambio social.