Informalidad, desempleo y desigualdad afectan las oportunidades de los jóvenes
La juventud en América Latina y el Caribe enfrenta una crisis laboral marcada por la informalidad, el desempleo y la falta de oportunidades de calidad, según un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
A pesar de la recuperación del empleo tras la crisis del COVID-19, las desigualdades persisten. La desocupación juvenil triplica la de los adultos, y un alarmante 60 % de los jóvenes que trabajan lo hacen en condiciones de informalidad, sin acceso a seguridad social ni estabilidad económica.
Las mujeres jóvenes enfrentan mayores barreras de acceso al empleo formal
El impacto de esta crisis es aún más fuerte en las mujeres jóvenes, quienes enfrentan mayores obstáculos para conseguir empleos estables y bien remunerados. El estudio revela que cinco de cada siete jóvenes que no estudian ni trabajan de forma remunerada son mujeres, en gran parte debido a la carga de trabajo doméstico no remunerado.
Además, las mujeres jóvenes ganan en promedio 85 % del salario de los hombres jóvenes, una brecha salarial que ha aumentado desde 2018 y que es más pronunciada en empleos por cuenta propia y el servicio doméstico.
Nuevas dinámicas laborales y el impacto de la transformación digital
El estudio también advierte sobre la creciente brecha entre las competencias adquiridas en la educación formal y las demandas del mercado laboral. A pesar de que la formación académica sigue siendo clave para mejorar la empleabilidad, muchos jóvenes no logran acceder a trabajos acordes con su nivel de preparación y habilidades.
El auge de las plataformas digitales ha generado oportunidades, pero también ha consolidado formas de empleo precarias y sin protección social. Trabajos como el reparto a domicilio o los servicios freelance ofrecen flexibilidad, pero suelen estar marcados por la falta de estabilidad y derechos laborales.
Para enfrentar estos desafíos, la OIT propone medidas urgentes, entre ellas:
-Políticas que faciliten la transición de los jóvenes a empleos formales.
-Expansión de los sistemas de cuidado para reducir barreras laborales a mujeres.
-Fortalecimiento de la formación profesional para adaptarse a los cambios tecnológicos.
-Promoción de salarios dignos e igualdad de oportunidades.
-Fomento de la participación juvenil en la creación de políticas públicas.
El futuro del mercado laboral en la región dependerá de cómo los gobiernos y el sector privado respondan a esta crisis, asegurando condiciones laborales más justas y sostenibles para la juventud.
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