El fenómeno volcánico de los Chocoyos ocurrida hace 79.500 años fue un evento colosal sin crisis climática
Hace 79.500 años, la supererupción de los Chocoyos, en lo que hoy es Guatemala, liberó una cantidad masiva de ceniza y gases a la atmósfera. Sin embargo, un estudio reciente publicado en Communications Earth and Environment revela que este evento, uno de los más grandes en la historia de la Tierra, no desencadenó una crisis climática a largo plazo.
Este hallazgo desafía la idea de que las supererupciones podrían haber causado edades de hielo y ofrece nuevas perspectivas sobre la resistencia del clima global, destaca Europa Press.
El estudio no solo aporta claridad sobre el pasado, sino que también ayuda a prepararnos para comprender y mitigar los efectos de futuros eventos volcánicos de gran escala.
Cómo los núcleos de hielo revelan el impacto climático de las supererupciones
El estudio, liderado por la Universidad de St Andrews, analizó partículas de ceniza encontradas en núcleos de hielo de Groenlandia y la Antártida, así como en sedimentos marinos del Pacífico ecuatorial. Estas muestras permitieron a los científicos datar con precisión la erupción y reconstruir sus efectos climáticos.
Aunque la erupción causó una perturbación climática severa a corto plazo, las temperaturas globales se recuperaron en décadas, sin evidencias de un enfriamiento prolongado.
La Dra. Helen Innes, investigadora principal, destacó que estos hallazgos mejoran nuestra comprensión de cómo el clima puede resistir a las inyecciones de sulfato estratosférico a gran escala.
"Continuar identificando y datando estas erupciones es crucial para evaluar el riesgo climático que representan las supererupciones", afirmó.
Este estudio también subraya la importancia de los núcleos de hielo como archivos climáticos, ya que contienen registros detallados de eventos volcánicos y sus consecuencias.
Qué son las supererupciones y por qué son tan excepcionales
Las supererupciones son los eventos volcánicos más grandes conocidos, con un Índice de Explosividad Volcánica (IEV) de 8 o más. Estas erupciones liberan más de 1.000 km³ de material, lo que las hace 100 veces más grandes que eventos como la erupción del Monte Pinatubo en 1991.
Además de la ceniza y roca, inyectan grandes cantidades de gases de azufre en la atmósfera, formando aerosoles que reflejan la luz solar y enfrían el planeta.
Aunque se han producido pocas supererupciones en los últimos 100.000 años, su impacto climático no se comprende completamente. Algunas teorías sugieren que podrían desencadenar glaciaciones, pero este estudio contradice esa idea.
La última supererupción conocida fue la de Oruanui, en Nueva Zelanda, hace 25.500 años. Desde entonces, no ha habido eventos de esta magnitud, lo que hace que su estudio sea crucial para entender su potencial impacto.
A pesar de su rareza, las supererupciones ocurren con más frecuencia de lo que se pensaba. Sin embargo, la probabilidad de que ocurra una en los próximos 100 años es extremadamente baja, estimada en solo 0,12%.