La derrota de Ucrania en la guerra frente a Rusia también lo es para la Unión Europea.
Aunque las agencias informativas mundiales se enfocaron en la “disputa” entre el presidente Donald Trump y el vicepresidente James David (JD) Vance enfrentados cara a cara con Volodimir Zelenski, en la Casa Blanca, la realidad es que hay varios elementos que incidieron en ello.
Lo primero, la vestimenta del” líder” ucraniano que insiste en romper el protocolo occidental queriendo aparentar de que se trata de un “comandante” de una guerra que ha perdido ante Rusia, y que no encuentra cómo salir que no sea con el rabo entre las piernas.
Nunca debió cuestionar la postura de su aliado y protector estadounidense y menos querer trazarle pautas advirtiéndole sobre una supuesta amenaza rusa contra la primera potencia mundial.
Además, se le vio, por lo menos en las imágenes televisivas difundidas, que estaba visiblemente contrariado ante el firme cuestionamiento de Trump y Vance acerca del conflicto, que evidentemente, en tres años, alcanza un balance de destrucción en Ucrania, con miles de muertos, heridos y desaparecidos.
Zelenski, visiblemente nervioso no podía articular sus respuestas al cuestionamiento a tal punto que perdió la solemnidad, rigurosidad, inteligencia y tacto en sus planteamientos y que el protocolo de Estado aconseja.
Repostaba constantemente los señalamientos de Trump y Vance, queriendo con ello, manipular su defensa ante una causa perdida y que, por demás, en las actuales circunstancias, demanda prudencia y de un tono sosegado.
El actor y comediante y ahora presidente de Ucrania, estuvo insolente, cuestionando al gobierno con el que tiene una millonaria deuda económica, que debe pagar sí o sí. Y porque también, “nadie debe ir a trazar pautas a la casa ajena”.
Obsérvese, que tan pronto salió despavorido y sin rumbo de la Casa Blanca, en Washington, colgó mensajes en sus redes sociales “agradeciéndole” al presidente Trump haberlo recibido y su “generosidad” con el pueblo ucraniano.
La derrota de Ucrania en la guerra frente a Rusia también lo es para la Unión Europea, principalmente Francia, Alemania y el Reino Unido que siguen respaldando a Zelenski, y este fin de semana, en Londres, durante una cumbre, el primer ministro británico Keir Starmer, dijo que encontrar una buena solución para Ucrania es "esencial para la seguridad de todos los países aquí presentes y de muchos otros también".
Crucial para la UE
Reflexionó, además, expresando que los líderes europeos afrontan "un momento único en una generación para la seguridad de Europa". Allí, estuvieron presentes, entre otros, el presidente francés Emmanuel Macron, el canciller alemán Olaf Scholz, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, y el presidente del gobierno español Pedro Sánchez.
Por igual, asistieron delegaciones de Italia, Turquía, Países Bajos, Noruega, Polonia, Finlandia, Suecia, República Checa y Rumania.
Quedó evidenciado, que el liderato europeo busca tener protagonismo propio en la rubricación del acuerdo de paz en Ucrania, al margen de los dictámenes de Washington, incluso la propia cumbre de Londres intentó restarle impacto al “encontronazo” de Trump y Vance con Zelenski, en el salón Oval de la Casa Blanca.
Evidentemente, es imposible alcanzar éxito en esa misión, sin la participación de Estados Unidos y Rusia, dos de las tres superpotencias que controlan el mundo.
Una advertencia
“Todos estamos muy comprometidos con un objetivo que queremos alcanzar, que es una paz justa y duradera en Ucrania. Creo que es muy, muy importante que evitemos el riesgo de que Occidente se divida", advirtió la primera ministra italiana Giorgia Meloni.
Ese señalamiento gira en torno a las diferencias que tienen Francia y el Reino Unido en torno a establecer una tregua en la guerra Rusia-Ucrania, que permita viabilizar una solución a largo plazo del conflicto.
Parecería que el imán que tiene Donald Trump en sus manos podría impactar y dividir a la UE, iniciativa integracionista que alcanzó en sus inicios muchas expectativas.
Un factor que ha disminuido considerablemente su brazo ejecutor ha sido su enemistad con el presidente y líder ruso, Vladimir Putin, y por supuesto, su respaldo y financiamiento a la guerra ucraniana.
En principio, hubo cordialidad entre las economías occidentales europeas y hasta acercamiento con Rusia bajo el liderazgo de la entonces canciller alemana, Ángela Merkel (2005 a 2021).
Incluso, en el primer mandato de Trump (2017-2021) el líder del Kremlin formó parte del selecto grupo de los líderes del G-20, que congrega a las naciones con las economías más poderosas del planeta.
UE armada ante retiro del apoyo de EE. UU.
En reiteradas ocasiones Donald Trump advirtió en la efervescencia de su campaña electoral que retiraría el apoyo financiero de Estados Unidos a la OTAN, y, además, conminó a los países de la Unión Europea a que establecieran sus propios mecanismos de defensa y seguridad.
Así las cosas, el primer ministro del Reino Unido expuso que Europa va a incrementar su poderío militar, pretendiendo de esa manera seguirles los pasos a países como China y Rusia.
La interrogante que surge en ese contexto es que si podrá hacerlo en igual magnitud dado los serios problemas económicos que sacuden a las naciones que integran el bloque de la UE.
¿No sería más aconsejable que Europa propicie la colaboración e integridad y el intercambio con sus vecinos en un clima de convivencia y respeto?
¿Por qué no acercarse a la República Federativa de Rusia y dejar atrás tantos años de discrepancias y divisiones, pero, sobre todo, el fantasma de la primera y segunda guerra mundial?
Después de todo, Rusia con sus 17,1 km2 es el país más grande del mundo en territorialidad y está ubicado en la zona de Europa, extendiéndose por el norte del supercontinente de Eurasia. Sus potencialidades de minerales diversos, petróleo y estructura armamentista y tecnológica la sitúan en el nicho de un territorio imposible de subestimar.
El continente europeo tiene muchas cosas que ofrecer al visitante dentro de un clima de paz, por tanto, es determinante que sus principales representantes puedan reorientar sus acciones para que florezca la cooperación y el intercambio recíproco con sus aliados estratégicos.
¿Tercera guerra mundial?
Las guerras solo destruyen, dividen y crean un caos entre la humanidad y, por tanto, las mentes más lúcidas de la tierra deben ser aprovechadas para impulsar el desarrollo y bienestar que propicie mejores condiciones de vida para millares de seres humanos condenados a sucumbir en un espacio de atraso y oscuridad.
Algo inédito en los círculos políticos y diplomáticos alrededor de la Casa Blanca que salió a relucir frente a las cámaras de televisión durante la discusión entre Trump, Vance y Zelenski, fue cuando el mandatario estadounidense acusó a su colega ucraniano de incentivar la posibilidad de una tercera guerra mundial.
El gobierno de Trump defiende su estrategia de acercamiento con Rusia en una jugada que podría cambiar la geopolítica mundial. Y mientras tanto, los rusos siguieron y sonrieron de buenas ganas el bochorno a Zelenski.
Artículo de Manuel Díaz Aponte