El director ejecutivo de deVere prevé una recesión profunda en EE. UU. y sus efectos globales a partir del primer semestre de 2025.
Viernes 14 de marzo de 2025, Nueva York – La economía de Estados Unidos está al borde de una recesión inminente durante la primera mitad de 2025, según la advertencia del director ejecutivo de deVere Group, Nigel Green. Esta recesión se perfila como la más significativa desde la crisis financiera de 2008, y sus efectos podrían marcar el comienzo de una fase de turbulencia económica mundial.
Según Green, una serie de factores económicos clave se están combinando, haciendo que la recesión sea inevitable. Las políticas económicas erráticas, como las arancelarias de la administración Trump, y las altas tasas de interés, están afectando gravemente la confianza de los inversores y el comportamiento de las empresas. "El daño ya está hecho", afirmó Green, quien también destacó que las tensiones geopolíticas y la inflación persistente están exacerbando la situación.
El consumo, uno de los pilares fundamentales de la economía estadounidense, está dando señales de fatiga, lo que pone en evidencia una desaceleración económica. Los datos de ventas minoristas indican que los hogares están priorizando necesidades básicas sobre bienes de consumo discrecional, lo que es un claro indicio de una contracción económica. Además, la inversión empresarial está enfriándose y las empresas están reduciendo sus planes de expansión, lo que se traduce en una menor creación de empleo y un mercado laboral más frágil de lo que sugieren las cifras principales.
Por otro lado, las tasas de interés siguen siendo elevadas, con la tasa de fondos federales de la Reserva Federal situada entre el 4,25% y el 4,50%. Si bien estas tasas se mantuvieron altas para combatir la inflación, el impacto de estas políticas está comenzando a evidenciarse en la desaceleración económica. A pesar de las expectativas de recortes en las tasas de interés, la efectividad de esta medida sigue siendo incierta debido a que las presiones recesivas ya están firmemente establecidas.
Las consecuencias de una recesión en EE. UU. no solo afectarán a la economía local, sino que también se sentirán a nivel global. Los países socios comerciales de EE. UU., desde Europa hasta Asia, enfrentarán una caída en la demanda de exportaciones, lo que impactará especialmente en los mercados emergentes, que ya están altamente expuestos a la deuda. Además, la volatilidad cambiaria podría aumentar, lo que afectará a los activos sensibles al riesgo.
En el mundo empresarial, la incertidumbre económica está provocando cambios significativos en el comportamiento corporativo. La congelación de contrataciones y los despidos están cobrando fuerza en sectores como la tecnología y los servicios financieros, mientras que las empresas de capital privado están suspendiendo adquisiciones importantes por miedo a pagar de más en un entorno económico incierto.
A pesar de la magnitud de la crisis, Green sostiene que, como siempre, habrá ganadores y perdedores. Los sectores defensivos, como la salud y los bienes de consumo básico, son los más aptos para resistir la tormenta. Además, los activos refugio, como el oro y los bonos de alta calidad, verán un aumento de la demanda.
- La clave para los inversores en este entorno será protegerse contra la volatilidad y adoptar una estrategia de reasignación hacia activos de calidad, con un enfoque en la diversificación global. "Es el momento de reevaluar las carteras y ajustarlas a la dinámica cambiante del mercado", concluyó Green.
A medida que el reloj marca la cuenta regresiva para la recesión, el futuro económico de EE. UU. y el mundo se vislumbra incierto, pero lleno de oportunidades para aquellos preparados para navegar la tormenta. correo electrónico: [email protected]