Lasana M. Sekou cuestiona la vigencia histórica y moral del Tratado de 1648
GREAT BAY/MARIGOT, San Martín (23 de marzo de 2025) — La isla caribeña de San Martín celebra hoy 377 años del llamado Tratado de Partición o Tratado de Concordia, firmado el 23 de marzo de 1648. Pero para el reconocido escritor e historiador Lasana M. Sekou, esta fecha no representa unidad ni orgullo. Por el contrario, la considera un recordatorio del doloroso pasado colonial y esclavista que aún proyecta sombras sobre la isla.

El Tratado de Concordia, redactado entre Francia y los Países Bajos, dividió San Martín entre ambos poderes imperiales. En sus artículos 5 y 6, el texto legal omitía la humanidad de la gran mayoría de la población de la época: hombres, mujeres y niños africanos esclavizados. Para los europeos firmantes, ellos no eran personas, sino propiedad, obligados a trabajar en condiciones inhumanas para extraer sal, cultivar plantaciones y construir infraestructuras coloniales.
Sekou invita a reflexionar sobre la verdadera naturaleza de este tratado, que no nació como símbolo de hermandad, sino como un acuerdo comercial que ignoraba la dignidad humana. La leyenda, según la cual esclavos colocaron las piedras que marcan el lugar de la firma en la colina de la Concordia, refleja de manera simbólica esa explotación y deshumanización.
“Conocer el Tratado como un hito histórico es válido”, señala Sekou, “pero celebrar este acuerdo como un fundamento nacional sería inhumano y detestable.” El autor sostiene que la unidad real de San Martín nació mucho después, durante el llamado Período Tradicional (1848-1963), cuando los pueblos del norte y sur de la isla —ya libres del yugo esclavista— forjaron vínculos fraternos y familiares a través de su cultura, economía compartida y resistencia.
Hoy, San Martín sigue siendo, de facto, una colonia dividida entre la República Francesa y el Reino de los Países Bajos. Aunque ambos territorios gozan de autonomía limitada (otorgada en 2007 para la parte francesa y en 2010 para la holandesa), la soberanía plena aún es un sueño lejano. Sekou cuestiona cómo podría considerarse un “día nacional” la conmemoración de un tratado que representa opresión, en un futuro San Martín verdaderamente independiente.
La verdadera base de la nación sanmartinense, argumenta Sekou, no es el Tratado de Concordia, sino la unidad indivisible de su pueblo. Esa unidad, afirma, debe ser vivida, defendida y, si es necesario, luchada, para garantizar que las futuras generaciones conozcan una isla libre, fraternal y sin cadenas coloniales.
Mientras tanto, el Tratado de Partición sigue siendo, para muchos, un vestigio incómodo de un pasado que San Martín aún debe superar.