Cuatro años de caos y miedo en la nación caribeña
Haití lleva cuatro años sumido en una crisis de inseguridad extrema, donde las pandillas controlan prácticamente todas las carreteras nacionales, impidiendo el libre tránsito de sus ciudadanos. En tanto organizaciones sociopolíticas acusan al gobierno de pasividad e incapacidad para enfrentar la crisis
Según denuncian organizaciones de transporte, las bandas armadas han convertido las vías principales en territorios de extorsión, estableciendo puntos de peaje ilegales que agravan la ya crítica situación económica.
Los conductores y ciudadanos están atrapados: salir de Puerto Príncipe hacia otras provincias se ha vuelto un viaje de alto riesgo. La capital, descrita como una "cárcel del miedo", empeora día a día, mientras las pandillas fortalecen su control y sus ingresos ilícitos.
El cierre del aeropuerto internacional desde noviembre ha dejado a miles sin opciones seguras para huir, obligándolos a tomar rutas terrestres dominadas por la violencia.
Gobierno ausente: reclamos por un cambio urgente
Mientras el país se desmorona, organizaciones sociopolíticas acusan al gobierno de pasividad e incapacidad para enfrentar la crisis.
El Movimiento Evangélico para la Revolución Económica calificó la situación como "alarmante", señalando que la sociedad está "a la deriva" sin liderazgo efectivo.
Por su parte, el partido Reyalite alertó sobre la ola de desplazados que huyen de sus hogares por la violencia en Puerto Príncipe y Artibonite.
La Asociación de Plantadores Haitianos exigió que los líderes asuman responsabilidades y dejen de depender de soluciones internacionales: «Tenemos que resolver nuestros propios problemas», declararon.
Mientras tanto, el sistema educativo colapsa, las economías locales se paralizan y la inseguridad trastoca toda planificación social.
El mensaje es claro: Haití necesita un cambio de mando urgente, con un líder capaz de enfrentar la crisis de seguridad y devolver la esperanza a un pueblo cansado del terror. Con datos de Prensa Latina.