Cinco departamentos en emergencia; viviendas destruidas y desaparecidos
LA PAZ, Bolivia.- Las intensas lluvias que azotan Bolivia han provocado una crisis humanitaria de gran magnitud. Según el viceministro de Defensa Civil, Juan Carlos Calvimontes, hasta la fecha se reportan 55 fallecidos y más de 590,000 familias afectadas en todo el país. Además, 1,204 viviendas han sido completamente destruidas y ocho personas continúan desaparecidas.
La situación ha llevado a que tres departamentos—Beni, Oruro y Chuquisaca—se declaren en desastre, mientras que La Paz y Santa Cruz se encuentran en emergencia departamental. En total, 127 municipios han sido declarados en desastre y 25 en emergencia, sumando 252 municipios con algún grado de afectación.
Las lluvias han ocasionado crecidas en las principales cuencas del país, especialmente en Beni y Pando. Actualmente, 78 municipios están bajo alerta hidrológica, y se han emitido avisos por fuertes vientos en Santa Cruz, Beni, Chuquisaca, Tarija y Cochabamba.
El impacto en la infraestructura es significativo. Además de las viviendas destruidas, numerosas carreteras han sido afectadas por deslizamientos e inundaciones, dejando a varias localidades rurales incomunicadas. La producción agrícola también ha sufrido daños considerables, con pérdidas en cultivos y ganado.
El gobierno estima que se necesitarán 122 millones de bolivianos (más de 16.2 millones de euros) para atender las necesidades provocadas por estos desastres naturales. Estos fondos se destinarán a la reconstrucción de infraestructuras, asistencia humanitaria y medidas preventivas para mitigar futuros desastres.
En respuesta a la crisis sanitaria, el jefe de la Unidad de Riesgo de Emergencias, Milton Gonzales, informó que se han desplazado brigadas médicas a las zonas afectadas en los departamentos de Beni, La Paz, Santa Cruz, Tarija y Potosí. Hasta ahora, se han realizado 2,295 intervenciones médicas en Beni, 997 en La Paz y 349 en Santa Cruz. Las afecciones más comunes incluyen resfriados, laringitis, diarreas, micosis y cefaleas, asociadas principalmente a la exposición prolongada a la humedad y la falta de acceso a servicios básicos en las comunidades damnificadas.
El presidente Luis Arce ha declarado la emergencia nacional en respuesta a las inundaciones, lo que permite al gobierno agilizar la adquisición de suministros de emergencia y facilitar el despliegue rápido de recursos a las áreas afectadas. Miles de militares han sido movilizados para distribuir ayuda en las comunidades más golpeadas.
La comunidad internacional también ha mostrado su solidaridad. Organizaciones no gubernamentales y países vecinos han ofrecido asistencia humanitaria y técnica para colaborar en las labores de rescate y reconstrucción.
La temporada de lluvias en Bolivia suele extenderse de noviembre a marzo, pero este año las precipitaciones han sido inusualmente intensas y prolongadas, lo que ha exacerbado la situación. Expertos atribuyen este fenómeno a patrones climáticos cambiantes, posiblemente relacionados con el cambio climático global.
La población afectada enfrenta desafíos significativos en términos de salud, vivienda y medios de subsistencia. Las autoridades continúan trabajando para brindar asistencia y buscar soluciones a largo plazo que permitan a las comunidades recuperarse y fortalecerse ante futuros eventos climáticos adversos.