Una teoría antigua ahora cuenta con respaldo científico sólido
Una teoría propuesta hace seis décadas ha sido confirmada gracias a un experimento de laboratorio realizado por científicos de la NASA. Según los resultados, el viento solar, compuesto principalmente por protones emitidos por el Sol, puede interactuar con el suelo lunar para generar moléculas de agua, lo que explicaría parte del origen de este recurso en nuestro satélite.
Este hallazgo no solo redefine la comprensión del entorno lunar, sino que también podría tener un impacto directo en las futuras misiones tripuladas del programa Artemis, especialmente en la exploración del Polo Sur lunar, donde se cree que el agua permanece congelada en zonas permanentemente a oscuras., recoge Europa Press.
El experimento simula el viento solar sobre suelo lunar real
La investigación fue liderada por Li Hsia Yeo, científica del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA. Su equipo creó un aparato innovador que simula las condiciones lunares y permite bombardear muestras de polvo lunar —extraídas durante la misión Apolo 17 en 1972— con un haz de partículas similar al viento solar.
Este aparato, único en su tipo, integró un acelerador de partículas, una cámara de vacío y un detector molecular, evitando la contaminación externa por humedad terrestre. Las muestras fueron previamente horneadas para eliminar cualquier traza de agua recogida desde su recolección.
Durante varios días, el polvo fue sometido a lo que sería el equivalente a 80.000 años de exposición solar lunar. El resultado fue una clara absorción infrarroja en la banda de las 3 micras, una señal asociada a la presencia de agua.
El ciclo del agua lunar se repite cada día solar
Mediciones previas de sondas espaciales ya habían detectado variaciones diarias en la señal espectral del agua en la Luna. Por las mañanas, cuando la superficie aún está fría, la señal es más fuerte; pero a medida que el terreno se calienta, esa señal disminuye. Esto sugiere que el agua se mueve o se pierde en el espacio durante el día y se restituye durante la noche gracias al viento solar.
Este ciclo activo diario refuerza la teoría de que el Sol no solo ilumina a la Luna, sino que también contribuye a la creación de uno de los recursos más valiosos para la exploración espacial: el agua.
Según el investigador Jason McLain, coautor del estudio, el experimento confirma que "una idea largamente debatida finalmente tiene sustento empírico. Fue un proceso largo y técnico, pero el descubrimiento vale cada esfuerzo invertido".
Con este hallazgo, la NASA abre nuevas posibilidades para la producción in situ de agua lunar, vital para la vida, el combustible y la sostenibilidad de futuras bases lunares.