Iglesia Católica alza la voz contra desigualdad salarial, mora judicial e inseguridad en conmovedora reflexión de Viernes Santo.
Santo Domingo.- La solemnidad del Viernes Santo en la Catedral Primada de América se transformó en un potente clamor por la justicia social, al resonar las reflexiones del tradicional Sermón de las Siete Palabras. Los oradores no escatimaron señalamientos hacia la clase política y las autoridades estatales, dibujando un panorama sombrío de las calamidades que afligen a la sociedad dominicana.
Una de las críticas más punzantes provino del padre Nicolás Cuello Hernández, de la Parroquia Nuestra Señora de Fátima, durante su meditación sobre la segunda palabra: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. El sacerdote cuestionó enérgicamente la profunda disparidad salarial que existe en el país, donde un legislador percibe ingresos hasta cuatro veces superiores a los de un médico especialista.
“Necesitamos una mejor remuneración para nuestros médicos, enfermeras y personal de salud”, enfatizó el padre Cuello Hernández, recordando el papel crucial que desempeñaron estos profesionales como “héroes” durante la reciente pandemia. “No es posible que un legislador gane tres y cuatro veces más que un médico especialista”, sentenció, calificando a la clase médica como “protagonistas” que trabajan con recursos limitados. Su llamado al gobierno y al Sistema Nacional de Salud (SNS) fue directo: mejorar el bienestar de todos los dominicanos.
La situación de los privados de libertad también ocupó un espacio central en las reflexiones. El diácono Frank abordó la quinta palabra, estableciendo un paralelismo entre la sed de Jesús en la cruz y la necesidad de servir a los más vulnerables. “La violación de los derechos humanos en las prisiones provoca mayor marginación, exclusión y sufrimiento”, afirmó con convicción.
Dirigiéndose a jueces, fiscales y a la Dirección General de Servicios Penitenciarios y Correccionales, el diácono Frank les recordó la trascendencia del juicio divino. La Iglesia Católica manifestó su profunda preocupación por la defensa de los derechos humanos dentro de las cárceles dominicanas, calificando su violación como la “mayor marginación, exclusión y sufrimiento”. Con firmeza, proclamaron que “los derechos humanos son universales, inviolables e inalienables, que deben ser protegidos en su totalidad”.
En este contexto, se agradeció la construcción de la cárcel de Las Parras, al tiempo que se exigió a las autoridades la edificación de nuevas infraestructuras penitenciarias. El diácono también trajo a colación las declaraciones del presidente de la Suprema Corte de Justicia, quien el pasado 7 de enero admitió que la mora judicial es el principal problema del sistema.
La Iglesia hizo un llamado urgente a la reflexión, señalando que esta crisis tiene “rostros y nombres” en los internos preventivos que, en muchos casos, se encuentran “pudriéndose en las cárceles” con medidas de coerción extendidas sin una condena.
La descripción de las condiciones carcelarias fue escalofriante: celdas diseñadas para 40 internos albergando a 200, problemas de alimentación y un precario sistema de salud, donde los consultorios médicos carecen de las herramientas necesarias para atender a los enfermos con prontitud.
Desde la Parroquia Espíritu Santo de Villa Mella, el Revdo. Diácono Luis Sandy Cabrera Martínez elevó una voz igualmente enérgica y conmovida. Inspirado en la Tercera Palabra de Jesús en la cruz, trazó un doloroso paralelismo entre el sufrimiento de María y el de las madres dominicanas que hoy lloran a sus hijos víctimas de la creciente inseguridad.
“La vida de ningún hijo debería ser el precio de nuestra indiferencia”, clamó el reverendo Cabrera Martínez, con una emoción palpable. “Cada joven asesinado, cada niño que pierde la vida por la violencia, es una acusación contra nuestro silencio colectivo y negligencia”.
Su mensaje trascendió la mera reflexión espiritual para convertirse en una crítica directa al Gobierno y a las instituciones, a quienes acusó de abandonar a la ciudadanía ante el avance de la delincuencia.
“Las autoridades parecen indiferentes o impotentes, atrapadas en la burocracia o la corrupción. La justicia parece haberse tomado vacaciones permanentes”, denunció con vehemencia. El predicador advirtió que la inseguridad no solo ha segado vidas, sino que también ha robado la paz y la libertad de una sociedad que vive atenazada por el miedo y la desconfianza.
En su sermón, exigió acciones urgentes y la implementación de políticas públicas integrales que aborden las raíces profundas del problema: la pobreza, la falta de educación y la exclusión social.
Las palabras pronunciadas durante el Sermón de las Siete Palabras resonaron con fuerza, convirtiéndose en un espejo de las urgentes necesidades y los profundos desafíos que enfrenta la República Dominicana.
La Iglesia Católica, una vez más, alzó su voz como defensora de los más vulnerables, demandando un compromiso real y efectivo por parte de las autoridades para construir una sociedad más justa, equitativa y segura para todos sus ciudadanos.