Flexibilidad, bajos ingresos y poca protección marcan este modelo laboral emergente
El auge del trabajo a través de plataformas digitales en América Latina y el Caribe está cambiando las reglas del juego en el mundo laboral. Aunque estas plataformas abren nuevas oportunidades económicas, también plantean serios desafíos en materia de derechos, ingresos y protección social, según un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
El estudio, basado en encuestas a 1,153 personas de 21 países, analiza a quienes realizan tareas en plataformas digitales basadas en la web —desde programación y diseño gráfico hasta microtareas para entrenar inteligencias artificiales—, conectando trabajadores con empleadores de todo el mundo.
Una fuerza laboral joven, urbana y altamente calificada pero sin respaldo social
Este tipo de empleo tiene un rostro definido: urbano, joven y con formación universitaria. La edad mediana es de 33 años, y el 93 % de los encuestados vive en ciudades. Además, más de la mitad tiene estudios superiores, y el 53 % trabaja para contratantes extranjeros, en su mayoría de Estados Unidos y Canadá.
No obstante, esa conexión global no garantiza mejores condiciones. La mediana de ingresos es de apenas 2,57 dólares por hora, mientras que el promedio (distorsionado por unos pocos ingresos altos) asciende a 5,48 dólares. Para muchos, este trabajo es solo un complemento: el 52 % no lo considera su fuente principal de ingreso.
La OIT advierte que la falta de protección social es una de las mayores preocupaciones. Cerca del 40 % de los trabajadores no tiene cobertura de salud ni seguridad social, lo que los deja desprotegidos ante cualquier eventualidad.
Largas jornadas, escasa regulación y efectos en la salud mental y física
Aunque muchos valoran la flexibilidad horaria, esta característica también genera jornadas extensas y nocturnas. Casi un tercio trabaja cinco días a la semana, pero un significativo 18 % lo hace los siete días, acumulando en promedio más de 10 horas diarias.
La ausencia de regulación formal puede derivar en una forma de trabajo precarizada, donde se normalizan el agotamiento, el aislamiento y la falta de garantías básicas. Aun así, entre el 30 y 40 % de los trabajadores califican su salud como “muy buena”, y otro 45 a 55 % la considera “buena”.
El informe será parte clave de la Conferencia Internacional del Trabajo de 2025, donde gobiernos, empleadores y trabajadores buscarán acuerdos sobre cómo adaptar las normativas a esta nueva realidad digital.
La OIT reconoce que este tipo de empleo puede democratizar el acceso al trabajo, pero advierte que debe ser regulado para que no se convierta en un modelo que reproduzca desigualdades bajo una fachada de libertad laboral. Con datos de la agencia IPS