También, los chinos desarrollaron un inmenso sistema sanitario y educativo, creando una fuerza de trabajo saludable, educada y motivada.
Dice un viejo refrán: “Para comprender el presente y prepararse para el futuro, primero, se necesita conocer el pasado”. Por esta razón, analizaremos las causas que posibilitaron el ascenso de China, hasta convertirse en un fenómeno global, marcado por un crecimiento económico acelerado y un notable aumento en la calidad de vida de su población.
Luego del derribamiento del Muro de Berlín —acontecimiento que simbolizó el principio del fin de la “Guerra Fría”—, la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en el 1991, puso término a un conflicto que durante años mantuvo al mundo dividido en dos bloques ideologicos.
Ese acontecimiento histórico dió inicio a la readecuación del orden mundial, permitiendo el surgimiento de nuevos modelos de desarrollo económico en el resto de los países, promoviendo un equilibrio circunstancial que redistribuyó el poder político que había permanecido polarizado en torno a la hegemonía de las dos potencias mundiales destacadas hasta ese entonces.
A partir de ahí, todas las naciones que habían permanecido subordinados al conflicto, iniciaron un largo camino hacia el robustecimiento de sus respectivas economías; rediseñando sus roles respecto a EE.UU., quien se había convertido en la única superpotencia mundial, luego del descalabro de la URSS.
Es cuando, para afrontar la supremacía de occidente, los países de Europa, fundan La Unión Europea (UE); en tanto que, Asia, Corea, Japón y China, empezaron a desarrollar sus industrias manufactureras y tecnológicas, iniciándose así una drástica revolución social, junto con un profundo cambio en las políticas de acercamiento con los distintos mercados internacionales.
A partir de entonces, los chinos apostaron al crecimiento de su economía interna, a través de una extensa reforma agraria, con créditos y asistencia técnica, para campesinos y trabajadores rurales, mediante lo que ahora se denomina: “capital humano”.
Asimismo, China, comenzó una gigantesca transformación en materia de infraestructura, construyendo aeropuertos, muelles, carreteras, puentes, canales de riego y vías férreas, así como industrias básicas para la explotación de carbón, hierro y acero: columna vertebral de su moderna economía.
También, los chinos desarrollaron un inmenso sistema sanitario y educativo, creando una fuerza de trabajo saludable, educada y motivada.
China, forjó un estado moderno que procedió a reconstruir su economía, basándose en la recuperación de su orgullo y su dignidad, en donde el elemento socio-psicológico fue esencial, para motivar a la ciudadanía en la defensa de su país, lo cual permitió un renacer como nación poderosa.
En tanto —a diferencia de la política de no interferencia en los asuntos internos de sus socios comerciales, implementada por China—, los Estados Unidos, fundamentaron su política de expansión, en la industria armamentista, colocando bases militares por todo el mundo, para establecer su superioridad sobre las demás naciones, mediante injerencias forzadas que reajustaban las economías locales hasta adecuarlas a las necesidades de la economía “bélica”.
En muchas ocasiones, los estadounidenses se apropiaron del control total del aparato político y administrativo de los países para establecer un Estado colonial.
Ese escenario global, se tradujo en un deterioro progresivo de la economía del “guardián occidental”, quien, luego de la crisis inmobiliaria que provocó la intervención financiera de China, quedó profundamente lacerado en su orgullo; expuesto al riesgo de perder su hegemonía, frente al emergente sistema multipolar dominado por el gigante asiático.
Además, con el agravante de que, China, pudiera convertirse en un desestabilizador geopolítico (como sucede actualmente), debido a su creciente intervención en los precios de las materias primas, los mercados de crédito y las divisas internacionales: una influencia que va ganando terreno mediante la estrategia global denominada “Ascenso Pacífico”, lo cual resulta totalmente opuesto a la política que utiliza Washington, en su guerra contra el narco-terrorismo.
Estados Unidos, solamente se ocupó de los asuntos de orden internacional, a través de la intervención armada; mientras que, China, se dedicó a profundizar sus relaciones con el sudeste de Asia, África y América Latina, realizando importantes aportes a las economías de los países en esas regiones.
Está claro que, el rápido crecimiento económico de China, se basó fundamentalmente en el desarrollo de su mercado local, lo que desplazó paulatinamente a EE.UU., y Europa, como principales socios comerciales de muchos países de Asia, África y Latinoamérica.
- El innovador establishment tecno-político de China, asimiló rutinariamente las variables entre, el socialismo y el capitalismo, asumiendo lo mejor de cada sistema, para aplicarlo en sí mismo de forma favorable, moviéndose entre las políticas del mercado de consumo externo y sus rigurosas normas de manejo interno.
Los chinos, sustituyeron a las instituciones financieras internacionales controladas por EE.UU., y Europa (el FMI, el Banco Mundial, el Banco de Desarrollo Interamericano), como principal prestamista en Latinoamérica.
Actualmente, están a la cabeza como principal inversor en los recursos mineros y energéticos de África, sustituyendo a EE.UU., como principal mercado para el petróleo iraní, sudanés y saudí. Además, muy pronto, lo sustituirá como principal mercado para los productos petrolíferos venezolanos.
China, es el mayor exportador y fabricante de manufacturas del mundo, incluso, dominando el mercado estadounidense, mientras que juega el papel de salvavidas financiero al poseer más de 1,300 billones de dólares, en bonos del Tesoro estadounidense.
En el pasado, La Casa Blanca (bajo la administración de Obama…, y los Clinton), desarrolló una respuesta rápida que implicó la colocación de bases militares en Australia, Filipinas y otros lugares de Asia, e intensificó sus esfuerzos para socavar el acceso exterior de China, a los recursos estratégicos de esos países.
Asimismo, se dedicó a apoyar a “separatistas e insurgentes” en el oeste de China: el Tíbet, Sudán, Birmania, Irán, Libia, Siria y otros lugares, con iguales propósitos.
Sin embargo, esa metodología no funcionó a los propósitos de Washington, por lo que estaría en marcha un nuevo plan para frenar lo que parece imparable: La sustitución de los Estados Unido, por parte de China, como principal potencia mundial, en la próxima década.
Actualmente, el gobierno de Donald Trump, parecería estar asumiendo una estrategia distinta a la implementada en el pasado, por las administraciones demócratas y republicanas. Y, probablemente, en un futuro veamos al presidente Trump, impartiendo medidas internas de corte social, similares a las aplicadas hace tiempo en China.
Por último —aunque no tienen una alianza formal—, China y Rusia, coordinan acciones diplomáticas y económicas, para construir un frente en contra de los Estados Unidos, lo cual representa un serio desafío que pone en situación vulnerable al “tío Sam”, ante la superioridad del coloso oriental. Por Fitzgerald Tejada Martínez