Condena los ataques civiles y amenaza con nuevas sanciones a Moscú
Washington.- Durante su vuelo de regreso a Estados Unidos tras asistir al funeral del Papa Francisco en Roma, el presidente Donald Trump lanzó una dura advertencia contra Vladimir Putin, acusándolo de “darle largas” para frenar la guerra en Ucrania.
Trump, que recién había mantenido su primer encuentro en meses con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, no ocultó su frustración. “Putin no tiene motivo para bombardear ciudades y pueblos ucranianos”, declaró con firmeza a bordo del avión presidencial. Reiteró su condena a los ataques rusos contra civiles y abrió la puerta a nuevas sanciones bancarias y secundarias contra Moscú.
La desconfianza del líder estadounidense hacia Putin ha crecido en las últimas semanas, especialmente tras el reciente bombardeo en Kiev que dejó una docena de muertos. “Me hace pensar que no quiere terminar la guerra, que solo me está ganando tiempo”, escribió Trump en su plataforma Truth Social. Además, cargó contra los expresidentes demócratas Barack Obama y Joe Biden, culpándolos del “desastre” que ahora intenta solucionar. “Se está muriendo demasiada gente”, lamentó.
En paralelo a sus declaraciones, su enviado especial para Rusia y Oriente Próximo, Steve Witkoff, sostuvo una conversación con el presidente ruso para explorar vías diplomáticas que pongan fin al conflicto. Según informó el Kremlin a través de su portavoz, Dimitri Peskov, Putin expresó su disposición a reanudar las negociaciones de paz “sin condiciones previas”, recogió la agencia TASS.
Sin embargo, las palabras de Putin no convencen del todo a Trump, quien sigue barajando medidas de presión adicionales. Las opciones de sanciones secundarias —que afectarían a terceros países que hagan negocios con Moscú— están sobre la mesa, en un intento de cortar el flujo financiero al Kremlin y forzar avances reales hacia la paz.
Con su habitual tono combativo, Trump dejó claro que no piensa esperar indefinidamente. En un momento crítico de la guerra, la Casa Blanca se enfrenta ahora al desafío de mantener la presión internacional sobre Rusia sin agravar la ya frágil situación humanitaria en Ucrania.
Mientras tanto, el mundo observa con cautela los próximos pasos de Washington, Moscú y Kiev en un conflicto que, lejos de apagarse, sigue cobrando vidas y amenazando la estabilidad global.