Según Edwin Paraison, ex cónsul de Haití la cifra incluye a inmigrantes y descendientes nacidos en territorio dominicano
La diáspora haitiana en República Dominicana asciende a cerca de un millón de personas, según reveló Edwin Paraison, ex cónsul de Haití y presidente de la Fundación Zile. Esta cifra incluye tanto a inmigrantes como a descendientes nacidos en territorio dominicano, quienes, afirma, viven en diferentes entornos sociales con aceptación y hospitalidad por parte de la población local.
"En cada barrio popular puedes encontrar casos de amistad sincera entre dominicanos y haitianos", relató Paraison, al recordar cómo recientemente dos dominicanos lo ayudaron a ubicar a un amigo motoconchista accidentado. Esta convivencia, subraya, trasciende clases sociales y refleja una realidad cotidiana lejos de los discursos de confrontación.

Inmigración y derechos humanos en el contexto de la política actual dominicana
Paraison también se refirió a las repatriaciones de indocumentados impulsadas por el gobierno del presidente Luis Abinader, enfatizando la necesidad de acompañarlas de un enfoque respetuoso hacia los derechos humanos.
Solicitó que organizaciones no gubernamentales especializadas en derechos fundamentales trabajen de la mano con las autoridades para garantizar procesos más humanizados.
Recordó que las críticas de organismos como Amnistía Internacional o del secretario general de la ONU, António Guterres, son parte de un fenómeno global. "Lo mismo sucede en Estados Unidos u otros países, donde se cuestionan políticas migratorias severas", afirmó.
Destacó que las iglesias, históricamente sensibles a estos temas, deben también ser incluidas como mediadoras en la aplicación de las medidas.
Importancia de integrar a ONG y sociedad civil en la gestión migratoria
Durante la entrevista en el programa D’AGENDA, Paraison propuso que las autoridades acepten la colaboración de las ONG dedicadas a la defensa de los derechos humanos. A su juicio, estos grupos no deben ser vistos como opositores, sino como vigilantes esenciales para asegurar el respeto a la dignidad humana.
El ex cónsul mencionó también el esfuerzo de crear un Observatorio Migratorio, una iniciativa que, según dijo, debe complementarse con el trabajo de organizaciones civiles como OBMICA, con larga experiencia en el estudio de la migración en el país.
"La coordinación entre Estado, sociedad civil e iglesias fortalecería las políticas migratorias y evitaría manifestaciones de xenofobia", concluyó Paraison.