Abre nuevas puertas para investigar cómo el gas y el polvo interestelar se convierten en estrellas y planetas.
Un descubrimiento sorprendente ha revelado una inmensa nube de hidrógeno molecular a tan solo 300 años luz de la Tierra, una de las más cercanas jamás detectadas. Bautizada como Eos, en honor a la diosa griega del amanecer, esta estructura cósmica representa un hito en la exploración espacial, al ser la primera nube molecular localizada a través de emisión de luz ultravioleta lejana.
El hallazgo, publicado en la revista Nature Astronomy y recoge Europa Press, fue liderado por Blakesley Burkhart, profesor en la Universidad de Rutgers y científico del Instituto Flatiron de Nueva York. Según Burkhart, esta técnica innovadora abre nuevas puertas para investigar cómo el gas y el polvo interestelar se convierten en estrellas y planetas.
Descubrimiento revolucionario gracias a técnicas de observación ultravioleta
Durante décadas, las nubes moleculares —cimientos de futuras estrellas— se detectaban principalmente por señales en radio e infrarrojo, basándose en la presencia de monóxido de carbono. Sin embargo, Eos se reveló al observar directamente el hidrógeno molecular mediante su fluorescencia en el espectro ultravioleta lejano, utilizando datos del espectrógrafo FIMS-SPEAR a bordo del satélite coreano STSAT-1.
"Esta nube brilla literalmente en la oscuridad", destacó Burkhart, al explicar cómo este enfoque permitió detectar moléculas de hidrógeno de forma inédita. Aunque impresionante en tamaño y masa —unas 3400 veces mayor que el Sol—, los científicos aseguran que Eos no representa peligro alguno para la Tierra ni para el sistema solar.
Características de EOS y su relevancia para la formación estelar futura
Eos se extiende en el cielo con una forma de medialuna y un tamaño equivalente al de 40 lunas llenas vistas desde nuestro planeta. Se encuentra en el borde de la Burbuja Local, una cavidad espacial que envuelve al sistema solar. Según los modelos científicos, esta nube de gas podría evaporarse en unos 6 millones de años.
El descubrimiento no solo aporta información sobre una estructura vecina, sino que promete revolucionar el entendimiento del medio interestelar y la evolución galáctica.
"Ahora podemos medir directamente cómo las nubes moleculares se forman y se disocian", resaltó Burkhart, entusiasmado por las posibilidades de futuros estudios que podrían desvelar más nubes ocultas incluso en los confines del amanecer cósmico.