El pasado lunes 31 de octubre se cumplieron 500 años de un acontecimiento que provocó una gran conmoción en la iglesia católica, y fue el germen del surgimiento de un movimiento reformador que se convirtió en el inicio de las iglesias protestantes o evangélicas del mundo.
Ese día, 500 años atrás, un monje alemán llamado Martín Lutero clavó en la puerta de la catedral de Wittenberg, un documento denominado Las 95 tesis, en las cuales cuestionaba la teología y el accionar de la Iglesia Católica, en especial, la errónea interpretación de que la salvación eterna se compraba con indulgencias que cobraba la cúpula de la iglesia.
Lutero expresó muy claramente que la salvación es una gracia de Dios, y que nadie puede abrogarse el derecho de cobrar dinero o especies a nombre de Dios para garantizar la salvación. Esta acción revolucionaria y transformadora de Lutero, dio inicio al al llamado movimiento La Reforma, que tomó un gran auge en toda Europa ayudado por la ya existencia de la imprenta de Gutenberg, lo que permitió que el documento cuestionador de Lutero fuera impreso y difundido en todo ese continente, que era el centro del mundo en el siglo XVI.
Este movimiento de Lutero encontró eco en muchos líderes y teólogos de su época y posterior a el, quienes le dieron fuerza, amplitud y trascendencia. Teólogos de la dimensión del francés Jhon Calvino, los ingleses Jhon Wesley, William Tyndaley, Juan Knox y John Wiclif, el checoslovaco Jan Hus y el suizo Ulrico Zuimglio, entre muchos otros, fueron dando mayor fundamento a los planteamiento iniciales de Lutero y crearon una base doctrinal que dio origen a la iglesia protestante en todo el mundo.
Esa base doctrinal se conformó haciendo una crítica a la liturgia y el accionar teológico de la iglesia católica, que estaba muy vinculada al poder y a la corrupción estatal. Esos teólogos decidieron volver a la fuente de la Biblia y no hacer interpretaciones de conveniencia para impulsar negocios en nombre de Dios. Y ellos establecieron los cimientos del protestantismo evangélico, que se resumió en una especie de marco doctrinal llamado “Los 5 Solas de la Reforma Luterana”.
Esos 5 Solas, por su expresión en latín, son los siguientes: 1- Sola Scriptura (Solo la escritura de Dios es válida para los crisitianos); 2- Solo Christus (Sólo a través de Cristo se llega a Dios y la salvación); 3- Solo Gratia (La salvación eterna es una gracia de Dios y es gratuita); 4- Sola Fide (Solo la fe es camino de salvación, no la obra de los hombres o mujeres) y 5- Soli Deo Gloria (El propósito de la salvación que recibimos es glorificar a Dios).
Esas cinco frases resumen la esencia del nuevo cristianismo surgido de la reforma de Lutero. Es el sustento de nuestra accionar como iglesias y las verdades que nos sirven de fundamento para seguir impulsando el evangelio en el mundo. La acción de Lutero y el posterior soporte y crecimiento dado por los demás líderes de la Reforma, fueron impulsos de Dios para trazarnos el camino correcta de nuestras vidas como iglesias y como seguidores e hijos de El.
Ese acontecimiento es muy importante para nosotros los cristianos. Por eso, de manera autocrítica siento que es una gran pena, que los cristianos evangélicos dominicanos hayamos dejado pasar sin pena ni gloria este gran acontecimiento de los 500 años de la acción de Lutero y del inicio de la Reforma. No hubo actividad alguna de significación para recordar ese histórico hecho, que cumplió nada y nada menos que cinco siglos. Ojala que este error nos sirva de lección ante otras fechas y acontecimientos que resaltan nuestra esencia y nuestros orígenes.
Solo nos resta orar para que Dios siga levantando líderes de Fe como Lutero, que sean capacer de revolucionar las costumbres y nuestra vida cotidiana, para hacer cada vez más efectivos nuestro trabajo en favor de la difusión del evangelio, de ganar almas para Dios y de ampliar cada vez más y más su reino aquí en la tierra. Amen.
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