Por: José Francisco Peña Guaba.- El voto preferencial es un sistema de votación que “… permite a los ciudadanos sufragar por el candidato o candidata de su simpatía, de una lista que se les presenta a los electores en una determinada circunscripción.” (Mendoza, 2013).
El sistema de voto preferencial fue aprobado en la República Dominicana en las elecciones municipales de 2002, instituido por primera vez mediante la Resolución núm. 5/2001, de fecha 2 de julio del 2001 de la Junta Central Electoral (JCE) y aplicada para las elecciones congresuales del año 2002 hasta las de 2010 (Pérez, 2016) de acuerdo a las resoluciones internas JCE números 06/2005, de fecha 29 de agosto del 2005 y 06/2009, de fecha 14 de mayo del 2009.
En 2010 la Junta Central Electoral decidió suprimir el voto preferencial, lo que hizo mediante su Resolución 74/2010, de fecha 29 de octubre. Sin embargo, el Congreso Nacional se dispuso a reinstaurar la modalidad de voto preferencial, mediante la Ley núm. 157-13, instituyendo el sistema de voto preferencial para el nivel congresual (diputaciones), y extendiéndolo a los regidores y regidoras de los municipios y a los vocales de los distritos municipales.
Con la implementación del voto preferencial para regidores y vocales municipales, aumentan de manera exponencial los costos de campaña en este nivel de elecciones. Los candidatos deben disponer de muchos recursos, logísticos y económicos, para poder competir.
Básicamente, el sistema de voto preferencial provoca muchísimos efectos negativos: en cuanto a los aspectos económicos, incrementa el costo de las campañas de cada candidato, incluso en la mayoría de los casos, una doble exposición o competición, primero internamente, compitiendo en las primarias o convenciones de los partidos y luego a lo externo, en la contienda de las elecciones generales. En otros casos, genera discriminación contra los candidatos que poseen menores recursos económicos y privilegia la utilización de capital ilegítimo en las campañas, vía por la que quienes tienen dinero obtienen o pretenden obtener favores políticos. Asimismo, genera y mantiene un clientelismo nefasto, en el que los electores solamente votan por quien les pague.
En cuanto a los aspectos políticos, intensifica las confrontaciones entre los candidatos del mismo partido en la campaña, quiebra la disciplina y la autoridad a lo interno de los partidos, dejándolos a los partidos sin árbitros imparciales porque todos deben competir por la posición; genera violencia entre compañeros de un mismo partido y entre miembros de partidos contrarios.
En cuanto a la democracia como sistema: Coloca a los candidatos más vulnerables en una situación aún más desventajosa, sobre todo las mujeres y los técnicos calificados. En el caso de las mujeres, el voto preferencial neutraliza el efecto de la cuota femenina, como se demostrará más adelante, y a otros, que por no contar con el dinero para competir pero si tienen el conocimiento y la experiencia para desempeñar adecuadamente la función pública, quedan fuera de competición, perjudicando la calidad de la representación.
Lo peor del caso es que obtener una mayor cantidad de votos preferenciales ni siquiera garantiza la elección del candidato favorecido por la simpatía del votante. Existe la posibilidad de que el candidato que haya obtenido mayor cantidad de votos preferenciales no sea electo, un caso hipotético puede darse en una circunscripción de dos Diputados en la que cada partido nomina, por ende, dos candidatos en una circunscripción. Mediante el primer conteo se determinará que los partidos, por ejemplo, A y B, fueron los más votados, por lo que corresponde un representante a cada uno. No obstante, una proporción importante de los votos obtenidos por ambos partidos, no indicaron la preferencia del Diputado, lo que puede dar lugar a que en el partido C, que obtuvo menos votos, y por ende no le corresponde ningún diputado, se encuentre el candidato con más votos preferenciales.
No hay dudas de que el Voto Preferencial es el más caro del mundo. Constituye el encarecimiento del proceso electoral más allá del costo natural o razonable de la democracia. Puesto que al depender, cada candidato, de sus propias finanzas para competir a lo interno de sus propios partidos, se produce una incontrolable confrontación económica.
Es indiscutible que el Sistema de Voto Preferencial (SVP) privilegia el dinero ganado fácil. También estimula a los detentadores de estos capitales a interesarse por la actividad política, en la mayoría de los casos para blanquear sus opulentas arcas, y en ocasiones para blindarse en el ejercicio de actividades contrarias a la ley, a la moral y las buenas costumbres.
Los recursos, producto del trabajo legal y del esfuerzo moral, no pueden competir con el dinero de estos sectores en procura de la consecución de una curul.
Se ha comprobado que el voto preferencial genera clientelismo. Muchos militantes son inducidos a venderse al mejor postor, a veces, hasta de manera simultánea a más de un candidato, creando conflictos a lo interno de los partidos y organizaciones políticas.
Discrimina a los más candidatos más pobres, porque sin importar los méritos ni el tiempo de militancia partidaria, el que no tiene dinero no tiene tampoco cómo ganar el escaño.
Aunque los apologistas del Voto Preferencial afirmaban que este ampliaría las bases de la representación parlamentaria, la práctica los ha desmentido, puesto que, contrario a sus afirmaciones, tampoco los líderes comunitarios tienen posibilidades en estos procesos; toda vez que la popularidad se convierte en una cara mercancía de la que solo disfruta el que pueda pagar su oneroso precio.
Ello explica que desde su implementación no hayamos tenido líderes comunitarios ni dirigentes populares en el congreso, diferente a lo que ocurre en los ayuntamientos, donde existe el sistema de votos por partido.
El Voto Preferencial desconecta sicológica y disciplinariamente al candidato de su propio partido: ya él no depende de su partido para postularse ni para ganar, sino de su dinero. Ello genera la más feroz confrontación a lo interno de los partidos. Recordemos que esto se agrava, porque el marco legal electoral suprime la potestad disciplinaria a los partidos políticos cuando hay candidaturas de por medio. En esa circunstancia las autoridades u organismos partidarios devienen en incompetentes para resolver los conflictos producidos entre candidatos de un mismo partido: es cuestión de la jurisdicción electoral.
Las autoridades de los partidos, si pretenden ser candidatos, están obligados a competir con los miembros de las bases, ello deja al partido sin árbitros, sin autoridad; puesto que la jefatura se convierte en parte; pierde su condición de tercero imparcial para asumir su rol de dirimir. Esto implica, necesariamente, la quiebra de la autoridad partidaria. La otra opción del liderazgo es autoexcluirse, renunciando a derechos fundamentales como el de ser elegido. ¡Nada más absurdo! Lo mismo no ocurre con otros sistemas de postulación.
La desenfrenada confrontación que genera el Voto Preferencial a lo interno de los partidos, en todos los procesos electorales, desde su implementación, has puesto en peligro la celebración de las elecciones.
Las luchas internas individuales, en defensa de intereses particulares, han sido de magnitudes tales que en una ocasión el órgano dirimente, es decir, la entonces Cámara Contenciosa de la Junta Central Electoral, agotó su capacidad resolutiva de trabajo y se vio precisada a fallar por dispositivo. Muchos temíamos que prescribiera el plazo para inscribir las candidaturas sin que ese extraordinario caudal de demandas fuera fallado.
Además, el voto preferencial perjudica la calidad de la representación (porque los candidatos, una vez electos, no tienen compromisos con las comunidades a las que deberían representar, puesto que ellos pagaron el precio de su curul, es decir, compraron, y muy caros, sus votos). Asimismo, el Voto Preferencial dominicano atenta contra los intereses legítimos de los partidos minoritarios y movimientos independientes, porque sus niveles de votación no son suficientes para colocarse en los primeros lugares. De allí que también, en realidad, afecte negativamente a la democracia, en la medida en que el congreso quede en manos de los partidos mayoritarios, en lo que necesariamente no están representados los sectores populares y de base de la sociedad, en esta misma medida se produce un debilitamiento de la democracia, pues quedan excluidos los sectores más representativos de las comunidades.
Para las elecciones del 15 de marzo lo que no sabemos a ciencia cierta es cuál será, definitivamente, el beneficio que obtendría los polos electorales actuales, aunque todo parece indicar que le convendrá al partido de gobierno, puesto que nunca el gobierno ha perdido una elección preferencial.
De igual forma anotamos y es altamente previsible que el peso electoral de regidores y vocales va a chocar con el voto del alcalde y del director, esto es, que habrá de determinarse si se impondrá el liderazgo, el capital relacional y las raíces en sus comunidades (de las candidaturas preferenciales) y, de ser así, si se establecerá el criterio de que buenos candidatos a regidores y vocales pueden convertir en alcaldes y directores a malos candidatos.
Y viceversa, si malos candidatos a regidores y vocales pudiesen hacer perder a buenos alcaldes y directores.
También se probará si debido al arrastre a nivel municipal –la ley no permite el voto por candidatos a alcaldes y regidores de diferentes partidos no aliados– pudiese ser que el voto de regidores y vocales produzca un alto nivel de votos nulos por doble rayado de candidatos de diferentes partidos.
De ser así el enigma está en saber a quién afectaría tan voluminosa cantidad de votos nulos el 15 de marzo.
Mientras, seguimos pensando que en demarcaciones de pequeña y mediana votación el oficialismo tiene grandes posibilidades de ganar, ya que está entregando recursos semanales a todos sus candidatos preferenciales, lo que se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para todos los partidos de la oposición.
Cuando valoramos todas sus falencias, nos damos cuenta de que la aprobación del voto preferencial con la mayoría mecánica del PLD, fue con la única intención de usar el poder para imponer ganadores en la mayoría de las demarcaciones y demostrar que la mayor parte del país será morada.